martes, 13 de mayo de 2014

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Una madruga Raúl Alejandro Donandueno estiró el pie y no pudo tocarla,
luego lo intentó con el brazo pero ella no estaba.
Abrió los ojos y se vio mirado por la soledad.
Entonces con la punta de la yema tocó la pequeña cruz de la ventana,
se comprendió ignorado en la amistad,
y desde luego,

en el amor.

                                                                                               Ricardo Di Mario


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